Por una vez, me sentía completamente decidida a saltar al vacío, sin tener ni idea de lo que había al fondo del abismo; pero no podía dejar pasar la oportunidad de sentirme viva, aunque un poco inconsciente. Necesitaba sentir y disfrutar todo lo que me estaba pasando, aunque mis decisiones supusieran desmontar completamente el modelo ideal por el que había pasado media vida trabajando.
"Me vaya mal o vaya bien, siempre sabreis que aquí estaré"
Inquietudes propias y ajenas maneras de vivir y formas de entendimiento...
miércoles, 25 de marzo de 2020
Amar en Cuarentena
Por una vez, me sentía completamente decidida a saltar al vacío, sin tener ni idea de lo que había al fondo del abismo; pero no podía dejar pasar la oportunidad de sentirme viva, aunque un poco inconsciente. Necesitaba sentir y disfrutar todo lo que me estaba pasando, aunque mis decisiones supusieran desmontar completamente el modelo ideal por el que había pasado media vida trabajando.
viernes, 28 de febrero de 2020
Mediadores crustáceos decápodos lunáticos
Nunca he creído en la fortuna, creo que cada uno hace posible que las cosas sucedan. Sin embargo no puedo evitar pensar en la casualidad de encontrarte en mi camino.
Me gustas, pero lo que más disfruto es cómo me siento y quién soy caminando a tu lado. Me asombro a mi misma sintiendo una seguridad desconocida, de repente no busco ni espero aprobación, tampoco es algo que me preocupara en exceso, pero siempre he sentido la necesidad de encajar y adaptarme para hacerlo. Pero ahora todo eso me parece innecesario y fatuo, incluso hipócrita.
Hace apenas 100 días que te conozco y mi sensación es como si hubieras estado siempre, como si conocieras perfectamente cada paso que he dado, cada resbalón y cada tropiezo. Siento que no puedo mentir ni ocultar nada sin que te percates, además no quiero. Alguna vez te he dicho que te siento hogar, con todo lo que ello conlleva.
Últimamente he recordado una "antigua" novela con la que aprendí a entender las relaciones interpersonales. La saga se llama Hijos de la Tierra, y cayó en mis manos en un momento incierto de mi primera juventud. No puedo evitar comparar "esto nuestro" con algunos de los pasajes de 《Jondalar y Ayla》. No siempre es todo perfecto, yo soy un magnífico caos, y muchas veces me surgen dudas, al fin y al cabo no estoy acostumbrada a que nadie me busque, siempre me he tenido que ganar los afectos a base de esfuerzo, paciencia y dedicación. Pero desde que te cruzaste y te hiciste ver, todo lo aprendido me parece ridículo e inútil, tú haces que todo sea sencillo, natural, cómodo...
En 2 meses hemos logrado (para mí) un nivel de compenetración y confianza que jamás había alcanzado con nadie y que con los que podría intentar comparar, he necesitado varios lustros. Y no, no espero que sientas lo que yo, ni parecido; pero sé (a pesar de los momentos de dudas y paranoias) que también te pasan cosas, que de alguna forma que no entiendo y se escapa a mi control, has encontrado cierta seguridad y confianza en mí, que me llena de satisfacción y orgullo.
Recuerdo con ternura y cierto entusiasmo algunos instantes del principio. Cómo, a base de infinitas conversaciones distendidas y sin intención, se iban cuajando a fuego lento las sensaciones más profundas y los deseos más ocultos. Cómo, de repente, dejaba de verte como una compañera más, para sentir la necesidad de tenerte cerca y no sólo en el terreno de juego. Cómo empecé a esquivar tus ojos por miedo a que los míos no supieran guardar todos los secretos que albergaban. Recuerdo la incontrolable y violenta reacción de mi cuerpo cada vez que entrábamos en discreto contacto. El cosquilleo en la nuca cada vez que te ofrecía el brazo para asirte. El histérico golpeteo de un corazón desbocado cada vez que asumía que te iba a volver a ver (que aún hoy no puedo dominar).
No tengo ni idea de dónde lleva este camino que hemos decidido tomar, no sé qué metas hay que alcanzar, y por una vez no me importa en absoluto. Pero tengo claro que la verdadera recompensa es recorrerlo contigo.
Por todo eso, y mucho más que no sé dibujar con palabras, te agradezco cada instante de estos últimos 62 días. Cada insinuación de los 38 días anteriores, cada comentario inocente, cada gesto discreto, cada momento paciente. Te agradezco que no te escondieras, que no me evadieras y me privaras de la maravillosa oportunidad de conocerte. Agradezco la sinceridad y claridad con la que te has enfrentado siempre a mi.
miércoles, 22 de enero de 2020
Los inescrutables caminos
Aún no hace un mes desde que permití que mis pasiones vencieran, una vez más, a mis códigos conscientes; y no recuerdo haberme sentido nunca tan liberada, tan realizada y tan feliz.
La experiencia me obliga a pensar que es una situación pasajera; que tal como llegó a mi vida, antes o después, se fugará. Pero antes de que se esfume, pienso disfrutar cada instante de este regalo como si fuera el último. Experiencias pasadas, también me enseñaron que las oportunidades no se presentan infinitamente, así pues, hay que atraparlas al vuelo y disfrutarlas mientras sea posible.
Desde que llegó, despertó en mi una incontrolable curiosidad, dejando pequeñas pistas de su cotidianidad y de su perfil, todo envuelto en un halo de ligero misterio que consiguió captar mi atención. Los días pasaban ligeros, los minutos, fugaces tras los entrenamientos, intentábamos llenarlos de teoría, leyes, táctica, dinámica de juego... pero de alguna manera también se llenaban de miradas cómplices, de comentarios inofensivos cargados de intención y de una familiar sensación de confianza que nunca había sentido con desconocidos...
Antes de poder asimilar lo que estaba ocurriendo, mi instinto se encargó de sacudirme y abofetearme varias veces para hacerme despertar del asombro en el que me había anclado. Apenas hacía un mes que había aparecido en mi camino, pero me pasaban cosas tan fuertes que no podía ignorarlas. Intenté apartar esos instintos dejando espacio suficiente sin que resultara excesivamente llamativo, pero realmente no quería alejarme. Esperaba atenta cada tarde sus mensajes con dudas de juego, de reglamento, de equipamiento... aguantaba cada noche hasta entrada la madrugada hablando de rugby y de la vida.
De repente me descubrí contándole a alguien que no conocía de nada todo lo que me duele, lo que me asusta, lo que añoro... Le había presentado casi todos mis fantasmas a "Nadie". En apenas veinticinco días había conseguido desarmarme por completo, sin querer, sin intención, sin pretensiones...
Cuando algo así le pasa a alguien como yo, no puedes ignorarlo y seguir viviendo. Por muy joviales y divertidos que nos mostremos, no es más que la máscara de payaso tras la que escondemos el dolor de las heridas infectadas que nunca cicatrizan, de los quistes que no terminan nunca de reventar, y de las cicatrices que nos atormentan a diario recordándonos los errores del camino. Sin embargo, por una vez, había vomitado todo el dolor sin que nadie se interesara, simplemente lo dejé salir sin pensar en si el interlocutor estaba interesado o era digno de conocer mis debilidades. Simplemente fluyó... y me dejé fluir.
Las normas aceptadas me habían convencido de que hay que constreñirse para encajar en el modelo. A mí, que me he pasado toda la vida luchando contra etiquetas, estereotipos, normas sociales... defendiendo radicalmente que la única norma lógica para la convivencia es el respeto. Yo había caído en las redes de "la normalidad" y estandarización.
Una noche cualquiera, no pude sujetar más la necesidad de hundirme en su cuello a descubrir su olor, a probar la suavidad de su piel y a descubrir la urgencia de sus labios. "El Salem Rock" fue cómplice, una vez más, de mis aventuras. Siempre discreto, siempre acogedor, siempre dispuesto. A partir de ese momento no he sabido desembarazarme de la necesidad de fundirnos en un abrazo, de sumergirme en la profundidad de sus ojos castaños, de enlazar nuestras manos, de acariciar cada milímetro de su piel y besar cada rincón de su existencia.
Cuando está conmigo siento la seguridad, tranquilidad y confianza del hogar. Cuando no está, el recuerdo: de su olor, de la firmeza de sus abrazos y de la determinación de sus besos; inunda mi imaginación y mis sensaciones obligándome a sonreír abiertamente.
Me encanta esa manera que tiene de pasar instantáneamente de una conversación profunda y trascendental a las leyes de la World Rugby; de un momento tranquilo contra mi hombro, a la mayor urgencia pasional; de una charla distendida y vacua, a la concentración absoluta en un tema que le interesa...
No puedo explicar cómo, ni por qué, pero en menos semanas de las que se pueden contar con una mano, y con no demasiado tiempo de encuentro, ha ido ocupando mi órbita convirtiéndose en un satélite principal. Sigo conmocionada con la rapidez y violencia con la que ha ocurrido y sin embargo no puedo negar la alegría de haber sabido cazar la oportunidad. Puede que desemboque en desastre, o no. Puede que sea algo efímero, pasajero y anecdótico, o no. Puede, que como en las películas malas, mañana despierte y todo haya sido un sueño, o no. Lo que está claro es que sea como fuere, voy a vivirlo y disfrutarlo mientras pueda, porque por una vez no lo he provocado, me ha llegado y quiero descubrir todo lo que guarda.
martes, 31 de diciembre de 2019
Normas pisoteadas.
viernes, 23 de agosto de 2019
AHORA tuya
Hola mi amor,
Espero que sepas perdonarme por no dejarte dormir cuanto quisieras cuando estás conmigo; por hacerte caminar sin sentido, sólo por el mero hecho de pasear; por mis manías, vaivenes de humor e insufrible altivez; por hacerte perder fines de semana completos para acompañarme en mis caprichos.
Quiero agradecerte cada instante que has encontrado para pensar en mí, cada momento que has querido compartir conmigo, cada ahora que me has regalado, todos y cada uno de los segundos que le has robado a tu vida para llenar la mía de alegría, cariño, sosiego, energía y esperanza.
Si alguna dimensión ha sido y es protagonista en esta historia, siempre ha sido el tiempo. (Perdona si soy reiterativa, pero sigo pensando que es el bien más valioso que posee cada ser.) Es un bien finito, una vez fugado no podemos volver a recuperarlo. Sólo uno mismo tiene el poder y la capacidad de decidir cómo y con quién pasar cada cuando.
Yo, en un duro acto egoísta, reclamé con dureza la parte que creía que me correspondía. Tú, en un claro acto altruista has ido pagando una deuda, a todas luces injusta, con diligencia y aparente entusiasmo.
Alguna vez te he oído decir que te complemento. Sin embargo, yo creeo que me equilibras. De repente, le he perdido el miedo al fracaso, me siento más segura y capaz de conseguir cualquier locura que me proponga emprender. La angustia, la desazón y el temor a lo desconocido han desaparecido prácticamente por completo de mi vida y tú eres responsable de ello en gran medida.
Por eso y una infinidad de cosas más que no sé decir con palabras te entrego esta bagatela. Símbolo de los últimos 12 meses en particular, y de los que faltan por llegar. Porque mi tiempo es tuyo, como tuya es mi dicha y todo cuanto soy.
Te amo. Te quiero como no recuerdo haber querido a nadie. Te quiero contento, te quiero tranquilo, te quiero feliz, te quiero seguro, te quiero fuerte. Y te quiero a mi lado.
AHORA tuya.