Hola mi amor,
Espero que sepas perdonarme por no dejarte dormir cuanto quisieras cuando estás conmigo; por hacerte caminar sin sentido, sólo por el mero hecho de pasear; por mis manías, vaivenes de humor e insufrible altivez; por hacerte perder fines de semana completos para acompañarme en mis caprichos.
Quiero agradecerte cada instante que has encontrado para pensar en mí, cada momento que has querido compartir conmigo, cada ahora que me has regalado, todos y cada uno de los segundos que le has robado a tu vida para llenar la mía de alegría, cariño, sosiego, energía y esperanza.
Si alguna dimensión ha sido y es protagonista en esta historia, siempre ha sido el tiempo. (Perdona si soy reiterativa, pero sigo pensando que es el bien más valioso que posee cada ser.) Es un bien finito, una vez fugado no podemos volver a recuperarlo. Sólo uno mismo tiene el poder y la capacidad de decidir cómo y con quién pasar cada cuando.
Yo, en un duro acto egoísta, reclamé con dureza la parte que creía que me correspondía. Tú, en un claro acto altruista has ido pagando una deuda, a todas luces injusta, con diligencia y aparente entusiasmo.
Alguna vez te he oído decir que te complemento. Sin embargo, yo creeo que me equilibras. De repente, le he perdido el miedo al fracaso, me siento más segura y capaz de conseguir cualquier locura que me proponga emprender. La angustia, la desazón y el temor a lo desconocido han desaparecido prácticamente por completo de mi vida y tú eres responsable de ello en gran medida.
Por eso y una infinidad de cosas más que no sé decir con palabras te entrego esta bagatela. Símbolo de los últimos 12 meses en particular, y de los que faltan por llegar. Porque mi tiempo es tuyo, como tuya es mi dicha y todo cuanto soy.
Te amo. Te quiero como no recuerdo haber querido a nadie. Te quiero contento, te quiero tranquilo, te quiero feliz, te quiero seguro, te quiero fuerte. Y te quiero a mi lado.
AHORA tuya.
No hay comentarios:
Publicar un comentario