viernes, 9 de octubre de 2015

Mar de dudas en la laguna de tus pensamientos.

Tengo tantas cosas que decirte. Me asaltan tantas ideas cuando tus brazos me rodean y deseo con todas mis fuerzas que el tiempo se detenga, que por una vez no sean los horarios quienes controlen nuestras vidas.
Tengo dudas, muchísimas dudas sobre todo, he aprendido a no creerme nada aunque parezca demostrado, tanto más en cuestiones de pasiones y psique. Sin embargo tengo una verdad absoluta, aunque digamos que circunstancial o momentánea, y es que el tiempo se volatiliza a tu lado. Los minutos se me escapan sin remedio y cada vez me molesta más tener que despedirme de ti. Y no, ya no pienso y sueño sólo con tu cuerpo, cada vez son más actos cotidianos los que sueño compartir, que el simple trayecto que une tu sofá con tu cama. A veces nos pienso recorriendo alguna de las infinitas rutas de secretos de Madrid, o simplemente despertando y compartiendo un desayuno juntos...
La otra tarde te lo dije, me has puesto muy difícil acercarme a ti y ahora no quiero separarme. Todo, salvo ese instante, carece de importancia cuando me miras a los ojos. Todo, salvo ese momento, pierde su sentido cuando me abrazas. Y velo mis cuitas tras sonrisas ligeramente sarcásticas porque estoy exactamente donde quiero estar, mas no tengo la menor idea de si tú piensas, siquiera, parecido. Entonces el temor me invade por estar volviendo a caer en la misma trampa que mis pasiones me tienden cada vez.
Necesito que me hables, necesito saber si recorremos un sendero aunque sea paralelo, si nos encontraremos de nuevo al final del camino o simplemente se trata de dos rutas trenzadas que se encontrarán una y otra vez, pero nunca terminan de unirse...
Ya lo ves, la falta de información me ahoga, pero en las escasas ocasiones que nos encontramos y contactamos todas las dudas se desvanecen, tus ojos me transportan al Edén y tus manos tienen la habilidad de borrar todos los pesares.

Y a pesar de todo, yo casi siempre callo, casi nunca te digo cuanto me gusta que tus ojos atraviesen mi alma, cuan dichosa me siento cuando por fin engañamos a nuestras agendas y juntamos tiempo para vernos. Siempre obvio todo el bien que me haces y espero que aún así lo asumas.
A veces el silencio se me atraganta y se convierte en una bola inmensa. Quiero gritar que te deseo, que te quiero, que siempre te he amado. Y me pides que te cuente todo lo que me pase y lo hablamos, lo q no sé si entiendes es que no quiero hablar, lo que quiero es que sientas siquiera una mínima parte de lo que tú me haces sentir. Quiero ser tu último pensamiento al acostarte, quiero que a ratos me extrañes, quiero que añores momentos que aún no han pasado, quiero que me envíes una mueca, porque algo te recordó una anécdota. Quiero que sonrías al despertar porque tal vez hoy nuestros trayectos se crucen, quiero que veas a otra gente y te acuerdes de mi, quiero que flirtees  con otras pero siempre vuelvas a mi pecho... Quiero que sonrías sin motivo, que te sientas satisfecho, que duermas tranquilo.