Pensándolo bien, tienes razón. Qué es el amor si no el consentimiento y respeto mutuo de los defectos y errores propios, comunes y ajenos; pero, ¿que hay de la pasión?, ¿de la atracción física?, ¿del deseo?
Somos animales y como tales tenemos necesidades que satisfacer de una manera u otra, mas he descubierto estos últimos días que las necesidades del cuerpo son mucho menos intensas y más controlables cuanto más grande es el respeto y amor propio. A la par que más intenso es el respeto y amor por aquellos que nos rodean cuanto mayor es el respeto por uno mismo.
Tú, mi primera y única novia. La admiración que sentí por ti desde el día que aquel muchacho nos presentó ha perdurado a través del tiempo y el espacio.
Al principio mi único instinto hacia ti era de protección, eras tan inocente, dulce, sincera... Parecías tan frágil. Pronto descubrí que no necesitabas niñeras, un rostro y un cuerpo infantil albergaba una jovencita de firmes convicciones y valores. Y así, paseo a paseo, tarde a tarde de aquel verano te fuiste colando, con y sin permiso, en esa cajita de cartón donde se guardan los tesoros más preciados de toda la vida.
Después de aquellos tiempos todo pareció enfriarse. Yo desaparecí del mundo más allá de las paredes de mi escuela o de mi casa y supongo que tú seguiste con tu camino que tampoco fue de baldosas amarillas.
Yo me dejé llevar por la inercia. Tú, sin embargo, elegiste tensar las riendas y decidir a cada paso la dirección de tu camino, a veces cenagoso, otras pedregoso, angosto, liso o suave; siempre con paso firme y asumiendo errores, propios y ajenos.
Así nuestros caminos tendieron a separarse y alejarse irremediablemente. En ocasiones las redes sociales me informaban de tus movimientos, que trataba de seguir con asiduidad y no renunciar a un contacto casi inexistente; pero suficiente como para mantener viva la esperanza de que nuestros caminos volvieran a cruzarse.
Así llegamos hasta el otoño, cuando por fin nuestros caminos quisieron encontrarse de nuevo dándonos la oportunidad de escribir un nuevo capítulo común...
Tú, antaño, aunque no me diera cuenta; tú, cada día; tú, mañana; tú, sola y simplemente tú.
Tú, el trasno que aparece a su antojo haciendo trasnadas y agitando mis humores.
Tú, Princesa del bosque que con tu polvo de hada hechizas y transformas cada minuto de mi existencia en una maravillosa aventura.
Tú, becerra indomable, fuerte y brava que sigue buscando el camino sin doblegarse ante la infinidad de trabas que aparecen en el camino.
Tú, maná entregado para alimentar mi espíritu de paz y esperanza.
Tú, razón y motivo por el que amanece de nuevo en mi denostado corazón.
Tú, mi bien, mi alegría, mi gozo, mi dicha, mi energía.
Tú, la magia, la química, la pasión y la vida.
Principio y fin de cada uno de mis días, te sueño, te siento, te quiero y a ratos te tengo. Me rindo a tus caprichos, me hundo en la profundidad de tus pupilas, navego dichosa en la inmensidad de tu sonrisa.
Te amo, sí, por fin lo admito. No imagino ya mi camino sin asirme firmemente a tu mano. Tú eres la estrella guía que ilumina mis pasos y marca el rumbo.
No sé cómo explicarte todo lo que me pasa. Me invade un miedo atroz, paralizante y devastador si aparece ante mí la idea de perderte de nuevo.
Me asusta agobiarte, apremiarte, insistirte. Sé que me quieres, pero dudo...
Amor, ¿qué es el amor?, tiene tantas formas de interpretación... Amor maternal, filial, fraternal, amistad, romántico... ¿Cual es tu caso?, ¿cuánta verdad y cuánta guasa hay en las insinuaciones?, ¿cuales son las reglas de este juego?, ¿qué esperas de mi? ¡Que me aspen si sé interpretar las señales! Estoy tan confusa, que abuso de la precaución y callo...
Cuando un deseo incontrolable se cierne sobre mi hago lo indecible por distraerme, entonces tú, confusa, interpretas que te ignoro y no hay nada más lejos de la realidad, si me concentro en ti en esos momentos no podré retener el torrente de pasión que me invade y tras un torpe movimiento por mi parte huirás...
Te miro a los ojos y me inspiran, pero me lo trago. Me puede el miedo a incomodarte, a asustarte, a auyentarte... No puedo permitir que desaprezcas de nuevo. A tu lado soy fuerte, grande, sabia, si no estás conmigo estoy perdida.
Eres el aire que respiro, el agua que me hidrata, el sustento que me nutre. Luz, calidez y sosiego. Eres mi hogar, mi mundo, mi universo, mi todo.
La espesura, la obscuridad, el miedo, se ceban conmigo si siento que te alejas.