Es soprendente la cantidad de sucesos inesperados que te depara la existencia, es curioso cómo de un segundo hasta el siguiente puede cambiar tu ánimo de la esperanza a la absoluta decepción, cómo la ilusión desaparece por hechos que podrían pasar inadvertidos, pero sin querer hacen que repentinamente caigas en el más absoluto hastío, y te das cuenta que sólo tú eres responsable de esa situación, porque sólo tú has permitido la emoción de una esperanza vana e injustificada. Sobre ti cae el peso de tus acciones y eres tu quien ha de responder ante los fracasos.
Estabas acostumbrada a pasar inadvertida, a vivir haciendo lo posible por seguir avanzando sin molestar a nadie y sin que nadie reparara en tus esfuerzos, mas los últimos aconcecimientos de tu vida te habían obligado a no conformarte y pedir más del mundo y de ti; sin embargo, al fin y a la postre, todo vuelve a su lugar y cuando empezabas a convencerte de que podrías, de alguna manera, destacar en algo que sabes hacer, aunque nunca llegues a demostrarlo, llega alguien a quien respetas y aprecias y sin siquiera intuirlo te hace volver a bajar del limbo al que tanto te había costado subir, y todo vuelve a ser desesperación al ver que tus empeños son insustanciales, vanos, infructuosos... Aunque en realidad, sientes un incontrolable alivio al ver que a ese, que es tan respetable para ti, le sale una sonrisa distraida y aunque sea momentaneamente, sientes una inmensa alegría, porque en el fondo, lo que más te agrada de la vida es que quienes aprecias se sientan dichosos y todo lo demás carece absolutamnete de sentido...
KaRoNte (el anciano y sabio)