Cuanto me alegró verte una vez más y darme cuenta de que en el fondo no me equivoqué volcando en ti toda mi esperanza. Aún no me has dejado del todo y sigues reviviendo esos momentos, los continúas sintiendo como si fuera el primero, unos acordes, un riff, una letra más o menos tarareada, unos gestos, un refresco y mucha emoción contenida. Ya decía Neruda que "nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos"; pero podemos seguir sintiendo y recordando aquellas emociones que nos hacían vibrar con tal velocidad que alcanzábamos temperaturas febriles sin reparar en ello, adrenalina, bilirrubina, y otras se movían libremente por nuestro cuerpo. Tiempo en el que cualquiera que estuviera por allí escuchando se convertía instantáneamente en el mejor de nuestros amigos, tiempo en que tú y yo fuimos una unidad en lo universal.
Durante años no hizo falta hablar, sólo una mirada, un gesto para completar cada uno de mis pensamientos. Durante mucho tiempo tu confianza fue mía y tuya mi alma. Nadie mejor que tú podía saber lo que pasaba por las entrañas de este pobre canto rodado en que me fui convirtiendo dejándome llevar por la corriente. Tanto me acostumbré a ti que cuando decidimos que nuestro camino no andaba ya tan parejo, sólo sentí desdicha. Pena y desgracia se cernían en las arrugas de mi piel, cada día más lejos, tú de mí y yo de ti, sin fijarnos en que el abismo empezaba abrir una honda brecha en cuanto habíamos construido. Cierto es que erré mucho, pero qué mal imperdonable, qué error irremediable, qué fallo insalvable fue el que cometí para que dejaras de mirarme, de entenderme, de hablarme, no lo sé, sólo espero encontrarlo algún día y poder enmendar los girones a los que se redujo mi alma con ese: “Ya está, hasta aquí puedo leer, mi confianza se esfumó”.
Mi llanto hoy encierra un inmenso dolor y sin embargo no deja escapar ni un solo suspiro, mis ojos se secaron y tú viste mi última lágrima. No puedo arrepentirme de haber conocido a la persona que más me ha fortalecido durante la última década, sin embargo evitaría ocultar a tus ojos algunos aspectos que sólo mi almohada conoce de mí, porque tal vez fueran esos los que tantas interpretaciones erróneas han causado en los últimos tiempos… Mi único reproche se dirige a lo más recóndito de mi conciencia, donde sólo estoy yo para implorar que en lo sucesivo no cometa las mismas faltas y aprenda de mis innumerables fracasos…